“¿Qué mujer que tiene diez monedas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque he hallado la moneda que había perdido’. Pues les digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.” (Lucas 15, 8-10)
Comparto con ustedes este monólogo que escribí hace un tiempo inspirado en esa cita bíblica:
«Me perdí: pensé que nunca me encontraría. La verdad es que no entiendo por qué se molesta en buscarme, y creo que nunca lo entenderé. Tan pronto advirtió mi ausencia, lo dejó todo y, con ese amor y esa paciencia que le caracterizan, fue tras de mí. Me escondí en un lugar donde pensé que no me encontraría, y aunque no me sentía bien ahogada en el pecado, en el fondo sentía que ahí era donde pertenecía, que así debía ser. Pero de repente algo sucedió: encendió la luz e inició la búsqueda. Tomó su escoba y comenzó a barrer, con mucho cuidado para no arrastrarme con la inmundicia. Y mientras lo hacía, pronunciaba mi nombre… Quería responderle, pero me avergonzaba que me viera tan sucia, otra vez… Pero Él no se cansó: cuidadosamente barrió mis miedos y mis complejos; echó a un lado mis culpas e inseguridades. Y me miró… Y por primera vez me atreví a mirarlo. Y fue entonces cuando comprendí que siempre supo dónde estaba, que nunca me escapé de Su mirada: simplemente esperaba con amor a que yo me dejara encontrar por El.»
2 comentarios:
Tenemos un Padre-Madre que tiene una locura de amor.
Abrazos desde Nueva York!
EL COMENTARIO DE PAOLA ESTA HERMOSISIMO ME IDENTIFICO PLENAMENTE CON EL GRACIAS POR TU COMENTARIO PAOLA ES TODO UN POEMA LIBERADOR, SANADOR, FRUTO DEL ESPIRITU SANTO.
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