Con la intención de acompañar unos panes que traje para el desayuno el día de hoy, y aprovechando que pasaba por la Fantino Falco, me detuve en la panadería "La Boulangerie" a comprar algo de tomar.
Decidí comprar un jugo "Minute Maid" de naranja, producido por la Coca-Cola (valga la promoción). Cuando pregunté el precio, me informaron que costaba RD$35.00. Había comprado esos jugos anteriormente, pero como siempre lo hacía junto con otros productos, no estaba consciente del precio.
Al finalizar el desayuno me percaté de que la etiqueta del producto tenía el precio impreso: RD$20.00. Había pagado prácticamente el doble de su precio de mercado.
Decidida a no quedarme callada, llamé a la panadería a expresar mi queja. La joven que tomó el teléfono me respondió (con su razón) que esos son asuntos de los dueños. Llamé además al Centro de Atención al Consumidor de la Coca-Cola, donde tomaron mi reclamación.
Situaciones como ésta se han vuelto comunes en nuestro país. Lo más lamentable es que las aceptamos sin protestar, ya que al parecer estamos convencidos de que "no vale la pena reclamar, ya que nadie hará nada". Así, como me comentaba una amiga hace un momento, pagamos tarjetas de llamadas y otros productos por encima de su precio, haciéndonos cómplices de establecimientos abusadores.
Si "nadie hace nada" (o nadie hace "algo"), tú y yo sí podemos hacer: no compremos productos por encima de su precio; no nos quedemos callados. No podemos quejarnos de lo que simplemente aceptamos.
Decidí comprar un jugo "Minute Maid" de naranja, producido por la Coca-Cola (valga la promoción). Cuando pregunté el precio, me informaron que costaba RD$35.00. Había comprado esos jugos anteriormente, pero como siempre lo hacía junto con otros productos, no estaba consciente del precio.
Al finalizar el desayuno me percaté de que la etiqueta del producto tenía el precio impreso: RD$20.00. Había pagado prácticamente el doble de su precio de mercado.
Decidida a no quedarme callada, llamé a la panadería a expresar mi queja. La joven que tomó el teléfono me respondió (con su razón) que esos son asuntos de los dueños. Llamé además al Centro de Atención al Consumidor de la Coca-Cola, donde tomaron mi reclamación.
Situaciones como ésta se han vuelto comunes en nuestro país. Lo más lamentable es que las aceptamos sin protestar, ya que al parecer estamos convencidos de que "no vale la pena reclamar, ya que nadie hará nada". Así, como me comentaba una amiga hace un momento, pagamos tarjetas de llamadas y otros productos por encima de su precio, haciéndonos cómplices de establecimientos abusadores.
Si "nadie hace nada" (o nadie hace "algo"), tú y yo sí podemos hacer: no compremos productos por encima de su precio; no nos quedemos callados. No podemos quejarnos de lo que simplemente aceptamos.