No hay hielo que Ella no derrita:
el corazón frío, indiferente.
La vida que vaga sin sentido
encuentra en ella su cobijo.
La mirada vacía que va buscando rumbo;
aquel que necesita retomar el vuelo,
con sus palabras tiernas
alza la vista al cielo.
Ella toma mi mano,
me guía en camino oscuro.
Con Ella y en Ella sé
llegaré a puerto seguro.
jueves, 20 de mayo de 2010
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